martes, 18 de mayo de 2010


Abren y cierran, el abanico de negritud se mueve a mi alrededor. Marea. Miran. Sus pupilas dilatadas. Vidriosas. Todas negras, todas iguales.
Y no miran, no observan. La blanquecina sonrisa se ha desdibujado cansada de sonreír. El (centro) del circo ya no está iluminado por ninguna luz. Ninguna mirada lo sigue. Ninguna mirada me sigue, y eso que hoy tengo puestos el bombín y la nariz roja.
Tampoco sus miradas se interceptan.
¿Cómo pueden existir tantos espacios vacíos donde mirar?
C  a  m   i   n   o, un paso a la vez, mota tras mota, blanco sobre negro, hasta que el torbellino gris se traga al tiempo que se hace confuso, como todo lo demás. Y 10227 motas de monocromía mas tarde caía en espiral sobre ¿UNOS OJOS?
Unos grandes, inesperados, observadores, reconfortantes, anhelados, hermosos, puros, imposibles, pero inverosímilmente reales ojos Verdes.
Tic! Algo encaja. Casi puedo sentir el color inundándome a través de sus ojos. Mirar dentro de sus ojos. Mirar sus ojos. Ser Mirada.
Suben y bajan, producen un leve siseo.
Observo de nuevo, mi reflejo desdibujado me espera mirándome de vuelta en su lisa superficie. Sus pupilas se sumergen en mi. No hay rastro de vacío en aquéllos ojos. Una lágrima cae por su mejilla. Sonríe.
Abren y cierran. Ahora que he visto el mundo en sus ojos,
Somos yo y sus ojos.

1 comentario:

  1. Es íntimo, gráfico e indudablemente dulce. Me gusta.

    El amigo infiel
    http://elamigoinfiel.blogspot.com/

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